Lo Singular y La Escucha Analítica
Lo que distingue esta clínica de cualquier otra es el de ser una Clínica bajo Transferencia enuncia Miller en C.S.T. (1985)1. Propongo detenernos en dos cuestiones…primero en que se trata de una clínica, y segundo que la transferencia es una condición sine qua non para la cura psicoanalítica.
En primer lugar, acudo a la RAE para verificar qué se entiendo por clínica en la lengua española: “Ejercicio práctico de la medicina relacionado con la observación directa del paciente y con su tratamiento”. La observación directa es un método de recopilar información mediante sentidos. Digamos que se utilizan la vista y el oído principalmente para captar los signos que nos trae el paciente. En la consulta de un médico esos signos pueden, por ejemplo, ser las mediciones de la tensión arterial, el numerito que muestra la temperatura corporal, las rojeces, los sarpullidos. A partir de estos signos se construye una hipótesis y se toma decisión sobre algún tratamiento. A las palabras no se suele prestar tanta atención como a estos signos.
Sin embargo, en nuestra clínica, los signos que tenemos para operar son los significantes. Y los significantes adquieren su significado en su relación con otros significantes “no hay una significación que se sostenga si no es por la referencia a otra significación”3 (de hecho es que un significante puede evocar la diferencia, de modo si decimos “gato”, se nos puede evocar “perro” y si el significante es “bueno”, se evoca también “malo”, De este modo, los significantes solo si forman cadenas con otros significantes remiten a algún sentido, mientras que por sí solos, los significantes más que el sentido nos dan un vacío del sentido.
Hay un ejemplo en la física que me ayuda a entender esto. La corriente eléctrica se genera porque en un punto se realiza un vacío. El movimiento se inicia al lado del polo positivo donde el primer electrón se ve atraído por dicho polo creando un hueco para ser cubierto por otro electrón del siguiente átomo y así sucesivamente hasta llegar al polo negativo (sentido convencional). Es decir, la corriente eléctrica es el paso de electrones desde el polo negativo al positivo comenzando dicha progresión en el polo positivo.
La cadena significante es algo parecido en cuanto también se inicia con un significante que inicia un movimiento en la cadena produciendo esa cadena significante sirviéndose del vacío.
El clínico utiliza esta “corriente” para tomar alguna decisión con respecto a la dirección de la cura, pero es fundamental poder sostener este flujo con la herramienta de la escucha flotante que esta corriente se produzca y algo se vaya “iluminando” si me permiten esta metáfora.
Lacan dijo en una ocasión a su auditorio “cuando menos entendéis, mejor escucháis”- de modo que mantener este vacío sin rellenar de sentido es importante para poder escuchar al paciente.
Así el paciente tiene posibilidad de desplegar la asociación libre, y el analista consciente a no taponar con su saber aquello que escucha para hacer surgir en el discurso algo nuevo, y quizás contribuir a un sustancial cambio.
Hay muchos ejemplos de esto que podemos captar de las transmisiones de colegas de sus casos clínicos o también los hay en literatura o el cine. Voy a comentar uno que recientemente leí que me conmovió de cierta manera. Se trata del personaje de Gurov en el relato de Chejov “la dama del perrito”.
Se trata de una historia de amor que surge en una ciudad de vacaciones Yalta, entre una mujer casada (la dama del perrito) y Gurov, también casado, aunque desde hace tiempo infiel y mujeriego, que se da cuenta que por primera vez en su vida se ha enamorado.
Las vacaciones terminan y los amantes vuelven a sus respectivas ciudades con sus esposos. Sin embargo, Gurov se da cuenta que no puede vivir sin su amada y viene a buscarla, para darse cuenta al encontrarla que ella también le echa de menos. Allí se inicia una relación furtiva, con mucha distancia de por medio, a escondidas y triste. Se comparaban con aves migratorias hembra y macho, que se encontraron y quisieran volar juntas, pero están obligadas a vivir en jaulas separadas.
La historia es bella y conmovedora. Gurov “Tenía dos vidas: una franca, abierta, vista y conocida de todo el que quisiera, llena de franqueza relativa y relativa falsedad, una vida igual a la que llevaban sus amigos y conocidos; y otra que se deslizaba en secreto. Y a través de circunstancias extrañas, quizá accidentales, resultaba que cuanto había en él de verdadero valor, de sinceridad, todo lo que formaba el fondo de su corazón estaba oculto a los ojos de los demás; en cambio, cuanto había en él de falso, el estuche en que solía esconderse para ocultar la verdad -como, por ejemplo, su trabajo en el banco, sus discusiones en el club, aquello de la «raza inferior», su asistencia acompañado de su mujer a aniversarios y fiestas-, todo eso lo hacía delante de todo el mundo”2.
El autor nos muestra que esta división busca ser oída. Escribe: “Una mañana de invierno se dirigía hacia el hotel a verla (el mensajero llegó la noche anterior). Iba con él su hija, a quien acompañaba al colegio. La nieve caía en grandes copos blancos.
-Hay tres grados sobre cero y, sin embargo, nieva -dijo Gurov a su hija-. Sólo hay deshielo en la superficie de la tierra; a mucha más altura de la atmósfera la temperatura es distinta completamente.
Pero Chejov, va más allá- no le basta para describir a su personaje encasillándolo en un estereotipo de mujeriego que de pronto se enamora, o lo que en nuestra profesión sería un diagnóstico típico- un hombre infeliz que al dividirse opta por seguir poniendo soluciones neuróticas a sus desgracias- enamorarse de una mujer inaccesible, con un amor a medias, escondido e incómodo. Describe detalles que muestran más, dan cuenta de algo singular, dándole ese toque vital al personaje, que lo convierte para los lectores en una persona diferente, con su particular y extraño apaño entre el goce y la vida.
En la parte que describe el momento después de la primera vez que hacen el amor, la mujer llora desconsolada por haber perdido su virtud: (cito)
-“Hice mal -dijo-. Ahora usted será el primero en despreciarme.
Sobre la mesa había una sandía. Gurov cortó una tajada y empezó a comérsela sin prisa.
Durante cerca de media hora ambos guardaron silencio.”
¿No es acaso un detalle que podría considerarse un encuentro en el análisis? Al igual que el lector capta algo único en la personalidad de Gurov, el analista lee en el discurso del paciente algo que excede su saber- algo extraño que hace pregunta.
En ese encuentro se pone en juego algo único. El analista permite nacer esta diferencia, acoge esto singular y le da un valor, permitiendo al paciente seguir escribiendo su narrativa personal sin desentenderse de eso extraño que se va iluminando.
Referencias
- Miller, J.A. (1985). C.S.T. en VV.AA. Clínica bajo Transferencia. Ocho estudios de clínica lacaniana, Manantial, Buenos Aires.
- Chekhov, A. (1998). La señora del perrito y otros cuentos. Alianza Editorial Sa.
3. Lacan, J. (1957/2002). La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud. En Escritos 1. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores S.A.