Acepté enseguida el ofrecimiento de María José Olmedo de redactar estas pocas líneas porque me contagié del virus del deseo que Paloma Blanco propagó desde el redondel quemado de la maleza fija de sus pulsiones. Acepté porque consentí esa tarde en dejarme contagiar por su deseo de transmisión, sin importarle si había mucha o poca gente en la sala blanca y radiante de la Sede granadina de la Escuela. Fuimos unos pocos privilegiados los que escuchamos la voz consecuente de una enunciación que nos habló a cada uno de lo que constituye el guijarro humilde de un sujeto, en una tarde memorable de vísperas de una semana larga entre la Constitución y la Inmaculada.
Ya entonces, en esa sesión memorable, comencé a redactar estas líneas: lo que estaba escuchando, lo que estaba aprendiendo, eso que me hablaba y que la empujaba a ella a su decir en voz alta, eso lo tenía yo que contar, a mi vez, porque era algo grande que no me cabía, que no me lo podía quedar para mis adentros. Así, mientras la escuchaba, pasaron por mi mente los meandros de mi análisis, el historial de relación con la causa analítica y las preguntas por el lugar político del psicoanálisis de orientación lacaniana. Nada menos.
Atento como he estado a escucharla y a leerla en sus variados testimonios de la experiencia del pase, me llamó la atención en esta ocasión el esfuerzo de condensación de su fraseo, la organización secuencial de sus argumentos, la lógica implacable a la que su decir consiente.
De entrada habló de la tensión entre lo universal y lo singular. De la función civilizadora del inconsciente “que permite que existan los otros”. De la lógica del sujeto en el instante preciso de antes del significante. De la soledad íntima y extraña que supone consentir a lo simbólico. De la tierra quemada (que no baldía) de antes de los síntomas y del fantasma. De la urdimbre del sinthome y de su valor de uso (que no de cambio).
La continuación no podía ser otra que la de volver bucear en su análisis para contarnos cómo fue que llegó a este final transmisible. De esta forma, dio cuenta de un goce. Un goce que la concernía “con más intimidad que yo misma”. Un goce para el que no tenía explicación y para el que encontró en su análisis el recuerdo en una tienda de ultramarinos cuando en vez de dar su nombre dijo que era “nadie”: la falta- en-ser de Lacan no es solo la ausencia de un significante, es también lo que hay de irrepresentable en la pulsión.
El tercer asunto abordado en su testimonio granadino fue el de su relación con el psicoanálisis. Retomó para ello un sueño en el que Lacan daba un discurso sin palabras. Ese sueño le hizo entender por fin que había ubicado el saber de Freud y de Lacan para envolver en celofán el redondel quemado: el psicoanálisis mismo como síntoma que le había permitido hasta entonces hacer consistir un saber con el que nombrarse. Supo entonces que el deseo del analista es un deseo de nada en particular que está habitado por la contingencia, la singularidad y un no saber fecundo.
El cuarto tema que abordó nos llevó a las puertas de su experiencia del pase. Resultó que lo que en el análisis era un pozo seco era más bien un agujero sin fondo. Ya no era necesario para ella esforzarse en colmar de sentido dicho agujero. El límite de lo cifrado y de lo representable estaba a la vuelta de la esquina. La noche, dijo, se volvió madrugada: hacer consistir al Otro era muy cansado. Mejor entonces despertar en tanto acto correlativo de la vida.
Primero escuché el testimonio de Paloma Blanco. Después he leído y releído sus páginas escritas. No es lo mismo. Me parece más vivo lo primero que lo segundo. Me parece más vivo el sonido y el tono de lo que escuché esa tarde de vísperas de un puente largo entre la constitución de un sujeto y lo poco inmaculado de su devenir cuando se cruza en su destino la experiencia analítica.
Una frase reciente de Manuel Jabois (*) me vino enseguida a la memoria: “La vida viene con un manual de instrucciones que hay que romper en cuanto se nace. Si no se rompe, y se aprende de memoria, como el fútbol, al final se corre el riesgo de creérselo.”
Jesús Ambel
Granada, viernes, 2 de diciembre de 2022
(*) https://elpais.com/deportes/mundial-futbol/2022-12-06/espana-cae-en-la- droga.html