Reseña del Testimonio de Pase de Paloma Blanco en Antequera

 

 

 

El pasado 3 de junio, en el marco del Encuentro Andaluz celebrado en Antequera. Pudimos asistir a una nueva presentación de testimonio de AE. Esta nueva sesión del Espacio de Enseñanzas del Pase de la CdA  comenzó con las palabras de salutación  de la Directora de la Comunidad Andaluza de la ELP  Fany Miguens y su  presentación de los intervinientes, en este caso, como invitado: Oscar Ventura  (AE 2016 -2019), dando posteriormente la palabra a Paloma Blanco que presentó una nueva versión de su testimonio.

   En la introducción del mismo señaló:

   Su experiencia de transmisión como  AE, indisociable de la Escuela como experiencia. Sus testimonios como  fruto de la conversación que mantiene con la Escuela, en concreto con distintos colegas. Destacando aportaciones como la de Ruth Pinkasz: “Hacerse analizante de su enunciación”.

  O  Florencia Shanahan:  “La función del testimonio de una AE, con la Escuela como otro agujereado, puede operar sobre el santhome mismo más allá del pase”.

Y en cada versión de su testimonio: El escollo de “lo que no cesa de no escribirse”, que impulsa nuevos hallazgos manteniendo viva su elaboración

   Y por otra parte, el testimoniar de cada AE  sobre los problemas cruciales del psicoanálisis a partir de lo que ha elucidado en su propio caso. En concreto: ¿cómo la práctica de silencio y palabra, que constituye nuestra experiencia, se hace real operando sobre lo real de goce de un parletre?.

   Para los AE esta enseñanza supone la paradoja de la imposibilidad, no se puede enseñar a ser psicoanalista, pues no hay universal que diga El Analista.

Pero si se puede transmitir : “Una enunciación que denote la invención singular, a partir del recorrido como analizantes que llevaron a un final que condujo al Otro a su real”.

   Lo joven de la Escuela estaría precisamente en el hallazgo  de lo nuevo que se produce  en un testimonio de pase. Enseñanza que tiene un  ombligo, un real indecible pero aludible, que se va perimetrando en cada declinación de un  único testimonio de cada AE. Trabajo de indagación basado en la herramienta del  sinthome,  síntoma que funciona  a partir del encuentro con lalangue y la insondable decisión que de ello devino.

    La hystorizacion debe reducirse hasta mostrar su punto de fracaso:  punto preciso donde se despega lo indecible del indecible de lo real. Aspecto que ocurre con la enunciación, con el testimonio donde aparece ese filo de lo real.

Partiendo de citas de Lacan, que han seguido en los distintos testimonios, aborda el lugar del “Ya nadie”, lugar del sujeto,  primera defensa en acto, encuentro con el modo de sintomatizar pudiendo decir cosas calladamente en la escritura. Lugar de la  insondable decisión del ser, antes del síntoma y el fantasma.

   En un episodio infantil, ante la pregunta sobre el nombre, surge la angustia, pues el sentimiento de no haber un nombre que disimulara  la falta en ser.

   El (sa ver) temprano sobre un goce que concernía en la más absoluta  intimidad. No habiendo saber que pudiera dar cuenta de él, pero que el entramado simbólico que facilitó el amor parental, daba un marco de seguridad al no-saber un marco. Prometiendo también al equívoco y la elucubración que es el inconsciente. Al fantasma y al síntoma.  

   El encuentro con la obra de Freud, permitió un bricolaje sintomático que ensamblaba con el fantasma, pero a la vez abría una herida, una vía hacia la cura. Una forma de sostenerse sosteniendo a la vez algo más hondo concerniente al indecible de sí misma. El psicoanálisis constituido en síntoma.

Descubriendo en la experiencia cómo el saber estaba al servicio de no querer saber nada de lo real del goce.

   A diferencia de la identificación fundamental que el fantasma revela, el sinthome insinúa lo inidentificable que no tiene definición ni representación. El sinthome inventa un uso singular de lo que estuvo desde el principio: un goce con cuerpo, fuera del saber y del sentido. Y un decir que no está justificado por el sentido sino afirmado por el deseo.

   Partiendo de la referencia  al Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI, (“esp de un laps”) y haciendo referencia a la nueva categoría de la una-equivocación, aborda  la equivocación que el inconsciente produce antes de que el sujeto le dé un sentido.                        

   Una-equivocación que transforma la definición del Inconsciente, el saber que elucubra pasa a ser una elucubración de no-saber sobre el goce. Aspecto que modifica la configuración del final del análisis que concluye más allá del Inconsciente transferencial. Una equivocación que hace que decir La mujer sea una metedura de pata. Tachadura de ese La/, que se hacía presente en cierta mirada materna, mirada no toda. 

   Dos dichos maternos: “Por cada hijo vivo (cayó) uno muerto”. “Si te caes, te levantas”. Cayó, callo, caigo, sa-ver, enjambre de S1, mimbres del fantasma que formalizarían el síntoma. Donde “Cayó”, era morir y Callar, un equívoco que taponaba el indecible con lo indecible.

   Los espejismos del ser, siempre en falta, en suspenso, equivocaban el indecible del goce de la existencia singular, con lo indecible de un saber secreto y supuesto.

La reducción del estatuto del saber a una mera elucubración, está en la raíz de la problematización de la verdad en este escrito: Por eso el “saber” no aparece aquí, tomando su relevo el término satisfacción.

   Producir un decir,  sobre la paradójica satisfacción, que da cuenta del fracaso de la hystorización para ceñir lo real del goce singular, es en y con el cuerpo como lo ceñimos.  (Es ahí donde el dispositivo del pase puede localizar que se ha producido un analista).

   Satisfacción que  resuena, no en el enunciado ni en el predicado, sino en la enunciación, lo que llamamos el decir, el acto de decir.

   Una interpretación del analista: “esos niños vinieron al lugar de la pulsión” precipitó el atravesamiento del fantasma. Consonando con: Seminario 23: “las pulsiones son el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir”.

   El escenario fantasmático se definió por la frase: suspendida en una mirada,  y la reducción del objeto del fantasma a su versión a-sexuada, se-ca-llo (yo), revela en el análisis el agujero de lo real..

   Caer-callar toma otro valor: desprenderse. Implica la caída de las identificaciones fálicas en un pasaje del discurso del inconsciente al discurso del analista. Separación sin pathos del Otro.

   Su determinación no dejó caer su propia causa, insistencia en hablar sin saber. Pero junto con la caída del objeto fantasmático que amalgamaba el saber con el objeto mirada, cayó también el inconsciente intérprete. Y  fruto de esa caída fue la causa del deseo que ahora toma a su cargo..

   Cuando se hizo  la diferencia absoluta entre lo que “cayó” (silencio de  pulsión de muerte) y lo que “calla” (silencio de la singularidad que no obtiene su nombre del Otro).  La escritura como síntoma se mantuvo, siguió como un gran recurso, pero funcionando desde otra perspectiva. Desprenderse de la voz calladamente, constatando algo indecible que ningún saber conquista.

   La práctica  analítica también cambió; consintiendo ocupar el lugar de suposición y causa que el síntoma facilitaba, se sumió en un deseo de nada en particular, sin lastre fantasmático. Resto fecundo al poder perderlo como síntoma con el que hacer consistir un saber que la nombrase.

   El pasaje del pozo seco al agujero sin fondo llevó la experiencia a su fin. Un sueño no transferencial, sino que  atestiguaba de la transferencia de trabajo hacia la Escuela, tomó la dimensión de un acontecimiento de cuerpo y condujo al pase.

Siendo el cuerpo el que despierta al sujeto posibilitando que no todo sea un sueño. El sueño de A-M-A-Z-O-N fue testimonio de ello.  Levantando  un cuerpo del “se-ca-llo”, poniéndolo en el decir que iza la voz en acto, en el decir del pase.

   Abriendo la letra, lo que no cesa de no escribirse,  levantar la voz del cayó-callo; izándola en el pase que anuda Psicoanálisis y Escuela.

Pase descrito como un deseo de nada en particular desprendido de la sobre determinación metonímica.

   Lo que se obtendrá al final del análisis es la revelación de ese acontecimiento singular del goce en el cuerpo. Izar la voz como  eco de que en el cuerpo hay un decir del ser.

   El sueño hizo comparecer el singular lugar del Ya-Nadie, marcando el pasaje del sueño consagrado a hacer existir al Otro, a la experiencia de la vida como contingencia, imprevisto extraordinario sin más ley que el acontecimiento.

   Posteriormente, Oscar Ventura, que acompañó en la mesa a Paloma Blanco, desplegó su    comentario sobre el testimonio, señalando que en éste, podemos aprender lo que es la lógica de una cura en tanto tal: momentos de escansión, de atravesamientos, de revelación o destitución de alguna verdad…. que de alguna manera están orientados por el malentendido, por la equivocación. 

En este testimonio Paloma hace hincapié en la cuestión fundamental  de la enunciación y surge la pregunta, el enigma, en función de qué es como tal la enunciación (tenemos sintagmas, frases hechas de los distintos momentos de la enseñanza de Lacan). Pero, qué quiere decir, de dónde sale? Podemos afirmar que sale del cuerpo, ya que es quien sostiene la enunciación. El cuerpo hablante (como otro sintagma). El eco (tal como dijo Paloma)  de que la pulsión se encarna en el decir (Sem. 23)

Oscar sugiere plantearnos acerca de la génesis de una enunciación singular a partir del dispositivo analítico.  Encontramos muy al principio de una cura que, si el acto analítico introduce una rectificación, es en primera instancia sobre el discurso de un sujeto, es decir, sobre la enunciación. Como ejemplo bastante clásico, tenemos el pasaje de la queja al síntoma. Hay allí un cambio de registro en la enunciación del sujeto.

Depurada en lo que es un testimonio de AE, se pregunta si estaba antes del atravesar el discurso analítico. Es decir: la enunciación es heredera de este impacto de la lengua sobre el cuerpo (matríz del sinthome),  de un modo de funcionamiento que estuvo siempre allí  y que el dispositivo pudo despejar y hacer surgir… o es el efecto del acto analítico sobre el sujeto que produce una rectificación en el modo de decir (por ej en función de las rectificaciones libidinales que el acto analítico introduce (incluso en los silencios que el sujeto pueda tener para sí mismo en la cura)                                                                                                                                                                                                              Paloma subraya el afecto que se produce en el encuentro  de la lengua y el cuerpo. Ese afecto está ahí y es absolutamente singular en cada uno. “Creo que la enunciación nacería de ese afecto y que hay variaciones en la enunciación que son acordes con un nuevo tratamiento de ese afecto, que también podría llamarse Un nuevo amor…”                                                                                          De un nuevo decir da cuenta la experiencia analítica. Es un decir que en potencia estaba desde siempre y además ligado a ese afecto primero; “pero en acto, es a partir de las distintas transformaciones que se van produciendo en la cura llevada hasta su conclusión”

Fernando Muñoz

Reseña del Testimonio de Pase de Paloma Blanco en Antequera. Por Fernando Muñoz