Luis Iglesias
Tiempos de cambio
Conferencia impartida en el Ateneo de Granada
Marzo, 10/2023
Partiendo de la frase de Lacan, “mejor, pues, que renuncie quien no pueda unir a su
horizonte la subjetividad de su época”, Luis Iglesias afirma que el descubrimiento del
inconsciente cambió para siempre el modo de pensar y, el mundo, en general. Los
psicoanalistas y, por extensión, el discurso analítico, tienen implicación en el lazo
social.
Si bien el sujeto no es el individuo, si es prisionero de su época que, a su vez, mantiene
su correlato como transindividual. Una época, esta del siglo XXI, que es la de la pulsión
de muerte tan presente, también, en los estudios culturales “pop-pulares” que escriben
y critican el mundo contemporáneo. Nombrando a los que más le interesan, o le
divierten, nos encontramos con Slovan Zizej, el más conocido, cinéfilo, hegeliano y
lacaniano; Mark Fisher, autor del Realismo capitalista. ¿No hay alternativa? que
utiliza todos los recursos para su producción intelectual pero no un gran lector,
precisamente, de Freud o Lacan; Timothy Morton, provocador en su estilo, que explora
la intersección del materialismo dialéctico y los estudios ecológicos prescindiendo por
completo del psicoanálisis porque nada aporta, según él. Y, quizás el más interesante,
Nick Land, cofundador del colectivo Unidad de Investigación de Cultura Cibernética
(CCRU). Sus escritos han sido descritos como teorías-ficción;, un género que se aleja
de las convenciones formales de la escritura académica. Autor de cuentos de terror, se
ocupa de “Ilustración oscura” y de ensayos de, lo que llama, “hiperracismo” y
“neorreacción”.
Todos, excepto Zizej -considerado lacaniano y analizado en París- son mesiánicos,
postmodernos y confunden la represión inconsciente con la novela familiar. El
psicoanálisis de orientación lacaniana, a pesar de lo que estos pensadores creen, está
conectado al mundo contemporáneo dado el carácter revulsivo del concepto de
inconsciente. Para Lacan el malestar en la civilización va derivando de lo
revolucionario hacía el síntoma. Y no pueden reducirse o banalizarse los síntomas
modernos como el ascenso del racismo, la exclusión el odio o la violencia, sino que son
fenómenos de la naturaleza capitalista del lazo social contemporáneo y la subjetividad
que produce.
Para llegar hasta aquí hay que revisar la enseñanza de Lacan que fue perfilando su
“artefacto”, la teoría de los discursos. Cuatro discursos que, en algún momento, amplió
a cinco, aunque luego rectificara. Los discursos del amo, de la histérica, universitario o
analítico, se oponen a la palabra y tratan de abordar, por la vía matemática, lo real. Es
la manera de abordar el lazo social, el dominio y la subjetividad, lo social y lo
individual. Un discurso también es un modo de tramitar el goce, el malestar. Los
discursos son, pues, los modos en que la civilización gestiona su malestar estructural, el
goce y lo real en juego como imposible.
La “máquina” de los discursos se compone de cuatro términos y cuatro lugares y nos
remiten al juego de la silla porque van permutando la posición y obteniendo diverso
resultado. En El reverso del psicoanálisis, Lacan nombra un quinto discurso: el
capitalista que lo asimila, en parte, al universitario. Lo define como todo el saber,
avenido al lugar del amo. La era contemporánea no está, pues, comandada por el amo
sino por el saber a partir de la introducción de la ciencia y su alianza con la economía
capitalista. Este discurso fue escrito por Lacan, después, en Milán. En las dos ocasiones
en las que habló se pueden distinguir cierta diferencia: en el seminario XVII, habla de
un discurso que necesita un saber que logre subsumir por completo al goce; en Milán,
rechaza la falta y se fundamenta en un goce al alcance de la mano … que pueda pagarlo.

El capitalismo propone, a través del mercado y su alianza con la ciencia, a cualquier
sujeto el acceso a todo tipo de goce y, a su vez y por tanto, a cualquier capricho que
queramos permitirnos.
Así, los nuevos síntomas contemporáneos, o mejor, malestares puesto que asistimos a
una época ajena al inconsciente y no hay síntoma sin inconsciente, parecen haber
estado siempre presentes. Sin embargo, revisten características propias que incluyen la
culpabilidad, el empuje al goce sin freno, la compra, la adicción a cualquier cosa y,
sobre todo, un cambio en la subjetividad: nadie quiere ser pobre, obrero, perteneciente
a una clase proletaria, … todos somos hoy consumidores.

Reseña: J L Chacón

 

Reseña sobre la conferencia de Luis Iglesias: Tiempos de cambio.