Voy a remontarme a los inicios de mi práctica clínica tomando una cita de Lacan que se encuentra en la Nota italiana:“El analista dicho de la Escuela, AE, se recluta a partir de ahora al someterse a la prueba del pase, a la cual, sin embargo, nada obliga…”1. Lo hago porque este “nada obliga” me resultaba extraño para este momento de pase clínico, imaginaba una suerte de deseo irrefrenable de demanda de pase, o dicho de otra forma, esta disparatada idea situaba el pase 2 de alguna manera “en todos”. Se tornaba incomprensible lo que Shula Eldar en su texto: “La demanda de pase: eso a lo que “nada obliga”2, llama a leer en su literalidad, así como a diferenciar la heteridad propia del pase no confundiendo esto con un “laisser passer”. Es evidente que no podía vislumbrar la soledad radical que supone hacer la experiencia por el inconsciente real, la soledad que supone el Uno sin Otro, el acto que implica la toma de decisión de hacer una demanda de pase. A mi formación le convenía un horizonte de pase, horizonte que encontré en mi particular acercamiento al psicoanálisis.
Sin comprender, el pase me atraía. Tropezaba con un lenguaje alambicado y me encontraba lejos de captar el verdadero alcance de lo que significa matematizar la experiencia. A este propósito encontré una respuesta: “El pase está hecho para abrir las puertas al matema y al “para todos”, fui descubriendo que este invento de Lacan está diseñado para presentar a todos, mediante el matema, lo que de singular tiene la experiencia permitiéndome abrir una vía para pasar, de los misterios en los que envolvía a esta, hacía un horizonte donde alojar un saber que contiene una hiancia.
El papel de los primeros testimonios que escuché fue decisivo. Recuerdo la estética del momento, la oscuridad de la sala plenaria y el foco de luz recortando la silueta del AE, el silencio reinante no era menos notable, aquel escenario alojaba un decir llamativo y cautivante.
Me atrevería a decir que este clima teatral contribuyó a mi interés por la clínica más que otras experiencias previas, mas no por ello era fácil defender esta impresión , no estaba a mi alcance expresarlo como lo hacemos siguiendo a Miller en “El ultimísimo Lacan”3, cuando destaca el lado teatral del testimonio recordando que el AE consigue aplausos por hacer sentido con lo real. La dimensión de cómo estaba armado este escenario para alojar un trozo de real se me escapaba, pero sin impedir que operara la diferencia entre enunciado y enunciación. El cuerpo puede actuar como caja de resonancia y creo que ahí residió el impacto.
Podemos decir que solo hay maneras de encontrarse con el pase como solo hay maneras de encontrarse con el enigma sexual, de fondo siempre está lo real del sexo, la cuestión entonces es abrir puertas a quienes tienen preguntas por los síntomas de la contemporaneidad, lo sepan o no, están concernidos por cómo fue ese encuentro aunque esta implicación no sea transparente a su yo. Abrir puertas a una enunciación singular puede enseñar lo que un psicoanálisis implica, a saber, que se trata de aislar cómo tu inconsciente lo ha interpretado y encontrar una mejor forma de hacer fracasar lo que no tiene remedio. El trabajo de aislar tu manera de delirar permite dar freno a lo que de irrefrenable tiene la repetición, seguir a Lacan implica que la construcción de una ruta sea hacía el sinthome, destino como limite operativo, destino para habitar la soledad del analista, una soledad advertida de un indecible estructural.
Verificar que un deseo irrefrenable de demanda de pase no era norma, fue desmontando un trayecto que había imaginado directo del final del análisis al pase, una especie de triunfo sin restos, y ubicar que el matema lacaniano no tiene valor normativo porque no brinda cifra alguna de una verdad universal que de existir, anularía la problemática del término “salida” haciendo existir “La salida” . El cristal con el que miraba el pase se iba ajustando como se ajustan progresivamente unas lentes para ver mejor un horizonte, es decir, para ver porqué el uso del matema es vehículo de trasmisión de una clínica ética, una clínica que escribe un destino marcado por lalengua.
En este punto tocaba consentir a otro cosa que debía ir tomando forma. Si en el comienzo vestía el pase con más luces que sombras, ahora iba dando entrada a lo que el psicoanálisis tiene de más singular, era ir descubriendo que el psicoanálisis puro solo se capta puntualmente en un acto, está donde no se le espera, se atrapa en la sorpresa, en el Witz y en la Tyché, y de un modo privilegiado en el nivel de lo que precipita al analizante a salir de la experiencia. Ahora puedo decir que lo realmente “sexy” del psicoanálisis es atrapar, como señala Miller en “El hueso de una cura”4, que la operación reducción del abundante material que trae el analizante es la obtención de un bien decir como en el chiste. Pero antes hay mucho camino que recorrer, el tiempo para comprender va dejando asomar, no sin dificultades, lo que hay en un “Visto desde la salida”5, aquello que solo se capta en este preciso momento y a condición de voltearse en este umbral, ese giro deja ver lo que atrás queda y no se podía ver aunque se tuviera delante.
Para contornear la soledad del analista hay que alojar el cuerpo pulsional, cuerpo extraño a los espejismos de la verdad siempre no toda, momento maniaco-depresivo de los finales de análisis porque el pulso no es con el cuerpo del Otro, ese cuerpo que como las velas de un barco, se despliega e infla en la travesía por el inconsciente transferencial, allí donde la creencia de la existencia del Otro ha de ir perdiendo consistencia. Cuando se trata de alojar el cuerpo pulsional se entra en la experiencia en un tiempo sin las garantías del padre que hace decantar una navegación, por así decir, más inquietante, digo inquietante pues ya no sopla el mismo viento, la dirección de la cura se desarrolla en su cara de real y ahí, la única promesa que puede esperar el analizante es la del coraje de insistir aún y a pesar de que las mieles del Otro no le esperan, y todo ello para encontrar la digna salida que posibilita el buen agujero. Alcanzado este destino, el parlêtre logra desenredarse de la palabra y sus embrollos, logra hacer algo con el no hay relación sexual.
Si al comienzo hay una identificación, una transferencia de libido al analista, a la salida esta tendrá su retiro, Visto desde la salida, es uno de los nombres de cómo la libido se retira del analista y del sufrimiento en juego. Como dice Miller en esta conferencia, “se retira del analista como se retira de la propia pasión del sujeto, desde la causa misma desde la que el analizante sostuvo su querella con el Otro”6, este punto es esencial por lograr decir adiós a la impotencia y esta despedida tiene efectos que aligeran la existencia. Para arribar este punto, la investidura al analista se estrecha, condensa, y aísla cada vez más hasta la construcción del fantasma fundamental, forma en la que el sujeto de la defensa responde a la pulsión y que con Lacan llamamos objeto a, pues bien, dicho objeto a es a lo que queda reducido el analista, ese es el estado en el que logramos verlo al partir.
Si al comienzo es condición una rectificación subjetiva, también lo es al final . De entrada se requiere que el que viene y habla tome cierto gusto a los poderes de la palabra pero como sujeto dividido, al final y en tanto parlêtre trasformado, debe modificar su posición defensiva fundamental respecto a la pulsión, respecto al goce.
No todas las salidas son finales. En El hueso de una cura7, Miller pone el ejemplo de un sujeto que no podemos sino calificar de avanzado en su análisis, pues le ha permitido elucidar su repetición y cernir el significante de su destino, pero, y esto es fundamental, a pesar de este avanzado estado de su análisis, este no estará concluido en la medida en que no cede el goce fijado a esa repetición y a ese significante. Para el practicante del psicoanálisis es indispensable diferenciar un análisis avanzado de un final de análisis, momento de pase clínico, teniendo en cuenta que solo algunos llegados a este punto decidirán hacer el pase 2, eso a lo que nada obliga, y de estos, solo algunos saldrán a la escena por haber sido nominados. Cuando esto ocurre repercute en ese cuerpo, caja de resonancia, que es la Escuela Una.
Lo que está en juego en un análisis es lo que con Lacan llamamos goce y la invitada siempre es la palabra. La clave reside en que la invitada tenga como partenaire el acto analítico, si no es así el dispositivo se reduce a un simple parloteo. Si hay acto del analista, la puesta en marcha de la operación reducción irá perfilando un estilo de vida, es decir, el síntoma en tanto modalidad de goce del sujeto, el síntoma en tanto modo de satisfacción y goce singular con el que se espera se las sabrá arreglar.
Concluyendo, el pase y las doctrinas del final de análisis son determinantes por lo que inciden en la práctica clínica, es así porque dicha práctica dependerá de qué horizonte de pase tenga el practicante del psicoanálisis, qué idea se haga respecto de lo que es el final de análisis. Tener un horizonte de pase es también para los que pudieron encontrar un desenlace lógico en su experiencia, es entonces un horizonte de Escuela porque en ella la formación es permanente y lo es por alojar en su centro una hiancia.
Siempre me sorprendió encontrar una respetuosa lejanía en lo tocante al pase, como si este fuera asunto de algunos pocos, he intentado reflejar en estas líneas que no es así, también que acercar el pase a los jóvenes y no tan jóvenes, no es hacer propaganda del pase, a todas luces inconveniente, sino, vía la transferencia de trabajo, uno de los nombres de la soledad del analista, relanzar cada vez, como lo propone el encuentro de hoy en Antequera, la pregunta qué es un psicoanalista.
- Lacan, Jaques. Nota Italiana. eol.org.ar
- Eldar, Shula. La demanda de pase: eso a lo que ”nada obliga”. wapol.org
- Miller, Jacques –Alain . “El ultimísimo Lacan”. Paidós, Buenos Aires 2013 p 98
- Miller, Jacques –Alain. “El hueso de una cura” .Tres Haches, Buenos Aires 1998 p, 25
- Miller, Jaques –Alain. “Visto desde la salida”, Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase. Navarin éditeur-Grama ediciones, Buenos Aires , 2022
- , p 87
- Miller, Jacques –Alain, “ El hueso de un análisis”cit p 46
* Intervención en el Encuentro Andaluz de la CdA-ELP «Entradas y salidas de la cura en psicoanálisis». 15 de Junio de 2024. Antequera