El patriarcado es en la actualidad el centro de los análisis, críticas y cuestionamientos que realiza el feminismo, las denominadas ideologías woke y los movimientos LGTBI+. El origen de las desigualdades, de las injusticias, del malestar en la cultura en definitiva, se sitúa en el sistema sociopolítico que se funda en el patriarcado con su cohorte normativa: heteronormatividad, occidentocentrismo, el hombre blanco como modelo de norma…
Es innegable que el sistema social, cultural y político hegemónico en occidente ha generado estructuras, discursos y prácticas sociales que producen desigualdades, injusticias y discriminaciones, que se ceban en las minorías de clase, de raza, sexuales, identitarias… y también en las mujeres. En todo aquello que se considere Otro respecto a la norma fundada en el hombre blanco heterosexual. En correlato a situar al hombre en el centro, es el padre (garante de la familia blanca occidental, considerada estructura social básica) al que se atribuye la existencia de la norma que genera injusticias y desigualdades. El orden social fundado en esta lógica es el patriarcado. Así, la crítica al patriarcado ha devenido imprescindible, situándose los feminismos en la vanguardia política actual.
En este contexto sociopolítico, como en cualquier otro, el psicoanálisis tiene algo que decir. Y no precisamente para restituir al padre. Como plantea Guy Poblome en el argumento para PIPOL 11[1], desde sus orígenes el psicoanálisis ha participado en el cuestionamiento del orden patriarcal. Sin embargo, a pesar de que las corrientes feministas -especialmente la teoría queer- hayan bebido en la fuente del psicoanálisis para sostener muchas de las críticas al patriarcado, han realizado, desde mi perspectiva, una lectura parcial -sobre todo de Lacan- que conduce a errar el blanco y, al tiempo, a señalar al psicoanálisis como uno de los discursos y prácticas que sostienen al patriarcado.
Una de las cuestiones que se ha dejado de lado en esta lectura de Lacan -probablemente por la complejidad del constructo, pero también por la vinculación de este con la clínica- es el goce. Borramiento que se redobla en esta época en la que confluyen el discurso capitalista y el de la ciencia, ya que para ambos sólo existe el yo y su relación con los objetos de satisfacción, ignorando lo paradójico del deseo y la satisfacción subjetiva. Paradojas de las que da cuenta la clínica psicoanalítica.
Desde esta perspectiva, prescindiendo de lo difícil de apresar -y de aceptar- del goce, se dibuja un sujeto en el que todo es determinación cultural[2]. Como recientemente ha planteado Manuel Fernández Blanco[3], si todo es determinación cultural, es posible deconstruir esas determinaciones. Y correlativamente es posible pensar en construir performativamente una forma de ser y de estar en el mundo, una manera de obtener satisfacción, a medida de un sujeto que imaginariamente se piensa autodesignado.
En la misma intervención, plantea que al igual que Lacan sostuvo que “el goce es la página ausente de la filosofía, me atrevo a señalar que la clínica es la página ausente de los que pretenden reducir todo a una determinación cultural”. Efectivamente, es en la clínica donde se capta esa disonancia del sujeto consigo mismo, esa división subjetiva, ese goce que no elige el sujeto y que se enmarca “en el encuentro contingente, siempre traumático, con la sexualidad” que produce una fijación de goce que marca las modalidades de satisfacción de cada sujeto.
Desde la orientación clínica lacaniana, es posible leer algo diferente en el campo de lo social. Es posible cuestionar los efectos perniciosos del patriarcado como estructura sociopolítica, pero también lo aún peor de esa conjunción entre discurso capitalista y ciencia que actualmente dicta las formas de relación bajo las que considera posible el encuentro del sujeto con una suerte de satisfacción plena y su autodeterminación.
Para animar la conversación, podemos nombrar algunas de las cuestiones candentes de la actualidad que pueden ser leídas bajo otras coordenadas siguiendo la orientación lacaniana.
- La proclamación de la autodesignación de género para amparar, entre otros asuntos, los derechos de las personas trans. Indudablemente, las personas trans han venido sufriendo una serie de discriminaciones, prejuicios, patologizaciones… que legítimamente se requiere eliminar. Pero más allá de ello, se sostiene un discurso sobre la relación, la adecuación, del sujeto con su cuerpo. Desde el psicoanálisis podemos plantear: ¿No nacemos todos en un cuerpo equivocado? ¿Qué papel juega el goce en las elecciones de un sujeto? ¿Es lo mismo un niño que un adulto en relación con la autodeterminación? ¿Por qué aparece actualmente una proporción altísima de chicas adolescentes que demandan transicionar a chico (al contrario de lo que venía siendo prevalente, que era la transición a mujer de hombres adultos)?
- La proclamación de la explicitación del deseo sexual (habitualmente solo se refieren al femenino), de lo que se quiere -o no- en el encuentro sexual, como forma de hacer posible la relación sexual. Planteamiento que entronca con el viraje que se ha producido en la consideración de los delitos sexuales al poner en el centro el consentimiento (femenino). Podemos preguntar: ¿Es el lenguaje la solución para la relación sexual? ¿O es precisamente nuestra naturaleza lenguajera la que hace obstáculo a la relación sexual? ¿Realmente se puede saber, en el encuentro sexual o antes de que se produzca, qué es lo que se quiere? ¿Es posible decirlo? ¿No se hace caer sobre las mujeres la responsabilidad de conocer qué quieren o no, y además de saber decirlo?
- La crítica sistemática que desde el feminismo se hace sobre el amor romántico. Podemos coincidir en que el amor romántico no es más que una ficción que ha generado el ideal de la relación complementaria, cosa que sabemos con Lacan que es imposible (no solo la relación complementaria, sino la propia relación sexual). Pero, parece que bajo la denuncia de la impostura del amor romántico se sustituye todo amor por el empuje a la satisfacción, dejando de lado el deseo y el goce y su posible vinculación con el amor. ¿No es precisamente, para Lacan, el amor -no el amor romántico- el que permite al goce condescender al deseo?
- Las teorías queer han venido, de alguna forma acertadamente, señalando el carácter no binario de la sexualidad y el género, apuntando a su naturaleza fluida. Pero este énfasis en la fluidez termina diluyendo la diferencia, la otredad. Es el goce el que empuja a buscar la completud, a hacer de dos uno, y esto entronca con la fantasía de completud que prefigura el amor. Pero el amor implica la relación con el Otro, lo que lleva a embarrarse en el terreno de la diferencia. Diferencia que en lugar de lograr la fusión de dos en uno introduce algo del orden de la separación, e impulsa el trabajo de inventar una relación posible. ¿Es la denuncia del binarismo una renuncia a la confrontación con la diferencia, con el Otro sexo? ¿Supone una renuncia al amor, en la medida que dibuja individuos a la búsqueda de su autodeterminación desde su modo de satisfacción?
Finalizaremos con una cita de Lacan en la que pone de manifiesto que con el ocaso del Edipo -y es un texto de 1970- se han generado discursos cuestionadores del patriarcado que, lejos de destituir al padre más bien lo restituyen. Restituyen al padre mítico (original, dice Lacan), en su pretensión de gozar míticamente, mejor dicho, como el padre mítico -el no castrado-. También en esta cita apunta cómo el amor introduce el obstáculo al imperativo de goce, el menos de goce, la castración, surgiendo de ahí el deseo:
“¿Cuál es la esencia del superyó? (…) ¿Cuál es la prescripción del superyó? Ella se origina precisamente a partir de ese padre original, más que mítico, a partir de este llamado como tal al goce puro, es decir, también, a la no-castración. En efecto, ¿qué dice ese padre en el ocaso del Edipo? Dice lo que dice el superyó. (…) Lo que dice el superyó es – ¡Goza!
Tal es la orden, la orden imposible de satisfacer (…). Para percibir bien el juego de la definición, es necesario que lean en el Eclesiastés las siguientes palabras –Goza de la vida, dice el autor, enigmático como saben, de este texto sorprendente, Goza de la vida con la mujer que amas.
Se trata del colmo de la paradoja, ya que justamente por amarla surge el obstáculo”[4].
[1] Poblome, Guy. “PIPOL 11: Clínica y crítica del patriarcado. Argumento”, 2023: https://www.pipol11.eu/es/
[2] Curiosamente, en la actualidad una de las corrientes del feminismo, el denominado clásico, proclama el sexo como una determinación biológica irreductible. Pareciera que en los discursos actuales no hay otra forma de concebir lo humano que no sea la determinación -cultural o biológica-. Eludiendo así al sujeto, al reducirlo al efecto de tales determinaciones.
[3] Entrevista de Andrés Borderías a Manuel Fernández Blanco. “Sujetos sin referencias”. ELP TV, canal de YouTube, 24 de enero de 2023: https://www.youtube.com/watch?v=vb1Gss2vcsU
[4] Lacan, Jacques. El Seminario, libro 18: De un discurso que no fuera del semblante, Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 164.
Sede de Sevilla
Espacio de lecturas y presentación de casos
Clínica y crítica del patriarcado. Las enfermedades del padre.
Responsable: Graciela Olivari.
Presentación. Fernando Sánchez Lanz. Socio de la Sede de Sevilla de la CdA de la ELP.