La presentación en la sede de Málaga de la ELP del libro Lacan en la orilla: apuntes sobre psicoanálisis y poesía, bajo el auspicio de la BOL de Málaga, resultó ser una velada alegre y entusiasta, en la que se abrazaron el rigor epistemológico y la sensibilidad, tanto de la escritura de su autora, nuestra colega María Navarro, como por la fina lectura y comentarios de sus presentadores, Paloma Blanco y Manuel Montalbán.
Ante un numeroso público, comenzó su intervención Paloma Blanco, apuntando a la «orilla» que nos trae la autora —de ahí el título— donde se enlazan el psicoanálisis y la poesía, texto, al que nombra como obra que da cuenta de un camino anticipado y ya recorrido, cuyo estilo «sólo puede corresponder a María».
A continuación, Paloma habló de las enormes posibilidades de comentario que permite la obra, así como la cantidad de resonancias que surgieron para ella en la lectura, destacando tres de ellas.
En primer lugar, un modo de lectura profundo, minucioso y reposado, fruto de un deseo doblemente causado por la poesía y el psicoanálisis, que le da al texto una singularidad y autenticidad acordes a un estilo genuino y riguroso, por el que le da letra a lo que no cesa de no escribirse.
En segundo lugar, y a partir de lo anterior, un más allá, una cierta soltura respecto a la enunciación misma, «un cierto desasimiento de ésta, que permite dar a la indagación, un rigor ágil que no pesa», donde se encuentra ese anudamiento singular entre el psicoanálisis y la poesía.
En tercer lugar, señala Paloma cómo el propio texto funciona muy bien como una envoltura formal y material que da cuenta de una experiencia subjetiva, siendo además un «libro de estudio» con el que aprender mucho del desarrollo conceptual de la enseñanza de Lacan, así como disfrutar de los exquisitos poemas al inicio y final de cada capítulo o los trazos de escritura asemántica que separan los capítulos y que dibujan vacíos abiertos.
En el final de su comentario, Paloma, de manera cómplice y afectuosa nos habla de la amistad sostenida con María a lo largo de los años, forjada por lo sintomático afín en cuanto a la escritura se refiere, a la escritura de lo que no tiene escritura y a la escucha del indecible.
Con la sincera emoción que provocó en la autora las palabras de Paloma, inició su intervención Manuel Montalbán.
Manuel comenzó sus palabras tomando el significante «apuntes» del subtítulo del libro, que lo son sobre el psicoanálisis tanto en su vertiente teórica y clínica como de la poesía, con la que se anuda en el texto a modo de lo que ocurre en una orilla entre la tierra y el agua.
Para Manuel, la relación entre el psicoanálisis y la poesía en este libro no es una «psicopoética», una especie de cura a través de la escritura. Al contrario, de lo que María se encarga en este texto —con valentía, rigor y mimo— es de una tarea «inmensa» de investigación en psicoanálisis.
Y nos remite a los primeros capítulos, donde, de la mano de su lectura, accedemos a lo que la autora va tejiendo en cuanto a la relación entre psicoanálisis y poesía, en tanto ésta representa un saber textual y referencial para el psicoanálisis, algo notable en la obra de Freud y Lacan, quien no dudaba en afirmar que el artista va por delante del psicoanalista. Sería en estas conexiones entre ambas disciplinas, donde María entiende el análisis como una experiencia poética, con un parentesco evidente entre las formaciones del inconsciente, el anudamiento de RSI y el vacío que lo constituye, pues las dos son creadas en relación al significante y su correlato de goce. Y es también en esa lógica que se resalta la función evocadora y creadora del lenguaje, más allá de su función comunicativa. En este punto, Manuel pregunta a María «¿qué es ser poeta?», afirmando que si la seguimos, sólo sería poeta aquel que introduce al lector en una nueva dimensión de la experiencia humana, que lo convoca. Y es lo que debe esperarse del analista en la dirección de la cura, de hacer un esfuerzo de poesía, en referencia a J.-A. Miller, es decir, apuntar a lo real por fuera del sentido. Según Manuel, estas cuestiones las trata de manera exquisita María en los capítulos dedicados a la relación entre la enseñanza de Lacan y la escritura oriental.
Para, en la finalización de su comentario, Montalbán, a partir de lo que le ha sugerido la lectura de Lacan en la orilla aborda la relación que tienen a lo real tanto el psicoanálisis como la poesía, habiendo una diferencia, que sería que mientras la poesía cuenta con el recurso al velo ante lo real, el psicoanálisis no cuenta con dicho recurso. Y sirviéndose de la referencia a un texto de Antonio Di Ciaccia, que hace la distinción entre dos formas poéticas, una hegemónica, en la que los llamados poetas se sitúan del lado hombre en cuanto a la enunciación, y que se empeñan en velar el agujero de la no proporción sexual, siempre con la mediación del objeto (a) y otra poética —no toda— que se abre camino, y apunta a un goce que está más allá, realiza la siguiente pregunta a la autora, «¿cuál es la poética con la que nos manejamos, en que registro estaría?» , pregunta que sirve de cierre a su intervención.
Tras las emocionadas palabras de agradecimiento de la autora tanto a Paloma como Manuel por sus valiosos y generosos comentarios, como al resto de asistentes, María testimonia sobre lo que ha sido para ella la escritura de este libro, cuyas cuidadas portada y edición han corrido a cargo de Miguel Gómez. Así, María nos introduce en el esfuerzo realizado para su cuidada escritura, concernida por la poesía, en tanto todo aquello que se juega allí.
A continuación, y en respuesta a la pregunta de Manuel, María nos dice en ella conviven las dos, aunque la que más le interesa y está en vecindad con el psicoanálisis es la poesía del no-todo, por estar en contacto, no sólo con el testimonio «de lo que no va», sino también con el impacto en su resonancia del agujero en juego, al igual que ocurre en un análisis cuando impacta la interpretación. Se trata en la poesía también de lo inapropiable. Porque para María Navarro la poesía es previa, en su caso esa anticipación se jugó en el encuentro con el poema que fue escrito para ella en el momento de su nacimiento, que fraguará en su decir y posteriormente anudará con el del psicoanálisis.
Un poco más adelante, la autora, ya en conversación con los comentadores, resaltarán lo fónico, en oposición a lo semántico, como lo que resuena en la poesía; la poesía como algo que se oye, no tanto que se entiende, tomando como ejemplo en esta deriva la obra poética de Joyce, es decir, tomar la voz como objeto.
Finalmente, la sala tomó la palabra dando lugar a una interesante conversación entre los asistentes y los miembros de la mesa, alrededor de la poesía, el psicoanálisis, la escritura, las artes y la clínica, con el colofón de un brindis que la ocasión merecía.
Jacinto Ruiz del Portal Muñoz